Recordó la noche anterior, ¿o había sido hacía días, semanas, meses? quién sabe.
Estaba borroso, se esforzó por recordar lo máximo posible y así poder comprender lo que estaba pasando.
El día anterior, o el mes, había salido de la oficina temprano. Y fue por el camino de siempre, sólo que ésta vez se decantó por ir a pie, en vez de en el bus. Iba tranquilo, sin prisa. Fue rememorando punto a punto el último día de su vida. Hasta que llegó a un punto en el que, curiosamente, no recordaba nada. Y luego, de repente, estaba allí, como hechizado por la luna.
Y de un segundo a otro recordó lo que le pasó allí. ¿Hechizado por la luna?
-La luna no embruja.-pensó en alto, sin darse cuenta de que le observaban detrás de esas paredes que parecían espejos.
-Miraba la luna como si fuese su ama. Le tiraba hacia su lado más salvaje.-La alta mujer entró allí con un gran cuaderno negro.-es curioso ver lo que hacen los mensajes subliminales. Cuatro, y mírate aquí, no tuvimos ni que decirte que te metieras en el coche.
-¿Qué? ¿Mensajes subliminales? No entiendo nada…
-Ya te irás enterando. Cada cosa a su tiempo. ¿Tienes alguna duda que te pueda responder?
-No, bueno sí, tengo dos.
-Pues dímelas.-sonrió.
-¿Qué es este lugar?
-Ya te lo he dicho, está en el ‘EPCFI’…
-¡No! ¡Te he dicho que en que parte del mundo me encuentro! Esto no es Alemania.
-Muy inteligente por tu parte Billy… ¿O debería decir Antonio?
Aquella mujer transmitía confianza, pero a la vez aterrorizaba con una simple mirada. Si quería saber dónde estaba y por qué debía ser muy minucioso con las palabras que utilizaba, lo que menos quería era que se enfadase. Era la única persona que le podía dar alguna pista.
-Como quieras, mi nombre no es un dato importante. Aquí lo que importa es la información que pueda darme señorita…
-Martínez, Ana.
-Bien, señorita Martínez, tanto usted como yo sabemos que no les interesa que conozca lo que está ocurriendo. Pero si quieren que colabore, tendrán que darme algún tipo de información. Mi profesión de hombre de negocios me ha enseñado que no debo fiarme de un completo desconocido, así que comprenderá mi preocupación.
>>Además ya no sería tanto el hecho de que me hayan raptado de mi hogar, llevado a un país lejano al mío, metido en una habitación y haberse apropiado de las pocas posesiones que llevaba conmigo, sino que no me quieran decir cuál es mi destino. Así que señorita Martínez, ¿podría decirme al menos que fue lo que me pasó la última noche que estuve consciente?
-Es usted un hombre inteligente señor García, pero como antes le he mencionado, cada cosa a su tiempo.
Estas últimas palabras sonaron tan terriblemente prepotentes, que Antonio sintió la frustración de todo lo que estaba ocurriendo y por primera vez en años, rompió a llorar.