lunes, 23 de abril de 2012

Último día de instituto, el más esperado por todos los alumnos. Una jaula para una chica como yo, la única salida, para algunos el verano, para otros el recreo, ¿para mí? La clase de pintura creativa. Dejar volar mi imaginación, dejarme llevar por lo que siento sin tapaderas y transmitirlo a través de un pincel. Me encanta, si fuera por mí me quedaría todos los años en esa clase, dónde te mueve el arte y no las notas ni el peloteo.
Sí, se podría llamarme friki, incluso solitaria y amargada, y nada estaría más lejos de la realidad.
Sólo una vez tuve amigas, y me dejaron cuando llegamos al instituto, con 14 años, mi padre nos acababa de abandonar, mi madre y yo solas en mi casa, destrozadas, abandonadas por el único ser humano que nos había querido, y cuando más necesito a mi mejor amiga se le ocurrió que podría irle mejor siendo popular con unos tacones y una falda más corta que grande mi mano.
Suelo llevar pantalones sueltos y sudaderas, gorros y nada de maquillaje. Me suelo esconder detrás de mis gafas y no dejo que nadie me mire a los ojos, evito que alguien consiga entrar en mi círculo de seguridad. Si consigues entrar, hacerte sitio, ten por seguro que te echarás a ti mismo.
-Elena, ¿Qué harás este verano?
Me giré bruscamente, no suelo tener compañía y que alguien me hablase me extrañó, y cuál fue mi sorpresa que me encuentro a mi “querida amiga” Carmen con una sonrisa en la cara y toda sonrojada.
-Carmen, ¿qué quieres de mí? ¿Ya tus amigas de minifalda no te quieren? ¿O has venido a reírte de mí?
-Jo Elena, no te portes así conmigo, sé que me porté mal, pero necesito hablar contigo.
-Ya, y yo necesito un Ferrari y no lo voy a tener, así que aprende con la frustración. Adiós.
Y me fui. Enseguida me arrepentí, la primera señal de humanidad en dos años que da mi ex mejor amiga y yo le trato así. Pero el rencor es un sentimiento muy fuerte.
Nunca me dejo llevar por ellos, salvo cuando pinto, pero es que no pude creerla…
Llegué a mi casa con un dolor de cabeza tremendo, llevaba comiéndome los sesos intentando saber qué era lo que quería Carmen, por qué ese tan repentino cambio de humor, pensaba averiguarlo durante el verano, pero lo que me encontré al llegar a mi casa me sobrepasó y tuve que dejar de pensar en ella y en el verano, en todo. Ahora tenía que averiguar lo que había pasado en el jardín de mi casa…

¡Lectores!

El anterior capítulo fue el último, ahora toca la nueva novela y con ella, ¡un cambio de imagen del blog! Espero que os guste, un beso.
                                                   Yaiza

Luna menguante. (V)

A la mañana siguiente despertó en una cabaña. La cama era algo más incómoda y vieja que la de su antigua habitación. Fuera se oían voces y gritos de niños. Entendió enseguida: ya estaba en el pueblo de los híbridos.
Salió de la casa con cuidado e intentó parecer desapercibido. Inútil. Enseguida más de treinta personas se acercaron a su puerta e intentaron presentarse todos a la vez. La gente de repente se ordenó y una mujer de unos sesenta años, pelo canoso y brillantes ojos del color de la miel se acercó lenta pero decidida a Billy y le dijo:
-¡Hola! Bienvenido a nuestro pequeño “país”.
Billy no estaba muy seguro de lo que tenía que hacer, contestaba, sonreía o ¿contestaba y sonreía? Al final, con voz temblorosa, respondió.
-Ho…Hola, gracias, creo.
-Acompáñame. Sé que tienes muchas preguntas, y yo tengo las respuestas.
A Billy le temblaban las piernas, estaba extremadamente nervioso. Todos aquellos eran cómo él. No sabía cómo le iban a tratar, no sabía si su presencia les ilusionaba o les molestaba…
-Primero déjame que me presente.-Hablaba pausadamente, pero se notaba que sabía lo que quería decir.- Me llamo Anastasia, pese a mi imagen, tengo 42 años. Aquí todos sabemos todo de ti, de dónde vienes, tu edad, tu nombre, todo. Simplemente tienes que esperar a que se presenten ellos. Cada uno de nosotros somos “almas conjuntas”, híbridos como tú.
Hizo una pequeña pausa y prosiguió.
-Tenemos unas normas, te las diría, pero lo mejor será que las aprendas tú. No se te tomará en cuenta, tranquilo. Sigue mi lema, aprende por ti mismo rápido o lento, me es indiferente. Cualquier duda ven aquí y yo te la responderé encantada.
Billy salió de allí, desde la balaustrada observó el poblado. Cientos de personas eran felices allí. Tenían su familia, su trabajo, su hogar, y estaban cómodos de esta manera. Lo intentaría, se adaptaría, sería feliz.
Caminó decidido a su cabaña, cuando…
-¡¡¡Ay!!!
Una pequeña de dulce y femeninas curvas se había chocado con su dura capa de “híbrido”.
Billy se fijó en ella, tenía unos delicados rasgos felinos, le gustó.
-Perdón, no te vi. Deja que te ayude a levantarte.
-Gracias…
-¿Te acompaño a tu casa? Si quieres claro…
-¡Sí! Digo, bueno, si no te importa… Soy Amor, y tú eres Billy, encantada.
Amor le sonrió delicadamente y dejó asomar unos pequeños colmillos de gato. Billy pensó que era bella y se imaginó de repente su vida junto a ella...