lunes, 28 de mayo de 2012


…Se lo conté todo mientras recogíamos las últimas cosas. No quería irme pero, ¿conocéis esa sensación de que lo demás desaparece mientras haces algo y que no te das ni cuenta de lo que haces? Pues así estaba.
Terminamos a las dos horas de haber empezado.
-Bueno mi amor, vete a tu cuarto y vístete con lo que te dejé fuera.
-Aún no me has dicho a dónde vamos.
-¡París!
-¿París?
-¡Sí!
-¡Eso es muy lejos!
-Sí, pero te encantará, venga vete a vestirte.
-¿Qué? ¡Pero que…! –Miré a mamá, su sonrisa, su cara de inocencia, sus ojos brillantes llenos de amor… Deje a un lado mi estúpida manía de amargarme y amargar a los de mi alrededor y obedecí.
Al cabo de unos minutos ya me había vestido, peinado y estaba en el jardín dispuesta a montarme en el taxi.
-Hola, guapo, qué, ¿te vas de viaje con tu madre?-dijo el taxista.
-¿Guapo?
-No se te ve muy bien, pero con una madre tan guapetona tú también lo serás…
-Soy una chica.
El viaje fue terriblemente incómodo, espero que para el taxista lo fuese más.
Cuando llegamos al aeropuerto fui al baño directa, me miré en el espejo, siempre iba igual, normal que no tuviese amigos, normal que pensasen que era un chico. Mis típicos vaqueros anchos, mi sudadera de “Los Manolos” negra, mi sombrero, mis gafas prácticamente más grandes que mi cara… No iba nada favorecedora. Nunca. Y era mi culpa. Nadie se acerca a un chico, chica, que parece un zombie en chándal. Y no es porque sea fea, me veo fea, pero en general tengo un buen cuerpo, y una bonita cara, no obstante mi madre fue modelo durante gran parte de su vida.
-¡¡Elenaa!!
Era mamá, salí, nuestro avión salía en 4 minutos. Corrimos a la puerta de embarque, nos montamos en nuestro avión, inmediatamente me senté en el asiento de al lado de la ventanilla…

viernes, 18 de mayo de 2012


…Maletas. Maletas y más maletas llenas de todas mis cosas. No sabía si enfadarme, enfadarme mucho, o enfadarme demasiado. No sabía si mi madre tenía la intención de hacerme abandonar mi casa durante una semana, un mes, o, lo más horrible: SIEMPRE. Siempre. La palabra resonó en mi cabeza como un disparo en la sien.
-¡No te concentres más en tus amigos imaginarios y ayúdame a terminar de recoger Elena! –dijo mamá en un tono bastante sarcástico.
-¡Mamá! -grité a pesar de que estuviese a mi lado- ¿qué es todo esto?
-Nos vamos de viaje mi amor.
-Que no sea un viaje familiar, que no sea un viaje familiar, que no sea un viaje familiar… -susurré.
-Y, adivina qué: ¡Es un viaje familiar!
La miré, sabe perfectamente que no me gustan los viajes, y menos los familiares. Suspiré, bajé la mirada y de repente me acordé de cuantísimos viajes hice con Carmen cuando éramos pequeñas. En su noveno cumpleaños pasamos horas y horas vomitando después de marearnos en la Warner. Lo recordaba con cariño, como quién recuerda a un familiar fallecido…
-¿Qué ha ocurrido hoy en el insti?
Mamá, sí, ella siempre sabía cuando me pasaba algo, cuando mis pensamientos me llevaban a otro lugar y me hacían perderme en ratos pasados.
-Cariño, ¿estás bien? Sabes que puedes contarme cualquier cosa. –me dijo mientras me miraba con sus enormes ojos oscuros. Mamá es muy guapa, tiene unos ojos negros que con sólo mirarlos sabes si miente o dice la verdad, son la puerta a su alma, tiene una melena preciosa castaña oscura. Su pelo es tan lacio que al tocarlo parece seda.
A veces pienso que soy adoptada, yo tengo los ojos claros y el pelo extremadamente rizado.
Me decidí a contestarla, la quiero demasiado para vencerme por mi orgullo y no contestarla:
-Bueno, han sido los recuerdos más la realidad…